Nuevas Tendencias En La Medicalización
José Augusto Cabral Barros
Concluyendo
El hecho preocupante, para el cual llama la atención denuncias recientes de Moynihan (2007), es el rumbo que están tomando las nuevas estrategias de la industria, volcadas hacia las definiciones de dolencia, con las causas de las mismas, siendo descritas sin embargo, de la manera más superficial posíble. Asi, siendo “en el universo de ese tipo de marketing, un problema más graver de salud, tal como las enfermededades cardiovasculares, puede ser considerado por el enfoque restringido de la tasa de colesterol o de la tensión arterial. La prevención de las fracturas de la cadera en pesonas mayores, se confunde con la obsesión por la densidad ósea de las mujeres de mediana-edad con buena salud. La tristeza personal resulta de un desequilíbrio químico de la serotonina en personas saludables, en el intento de transformarlas de “personas preocupadas con la salud “en enfermos preocupados”. Asi siendo, “problemas menores son descriptos como problemas graves, de tal modo que ‘la timidez tansformase en problema de ansiedad social’ y la tensión pre-menstrual, una dolencia mental denominada “problema disfórico pre-menstrual”. El simple hecho de ser un individuo predispuesto”, considerado capaz de desarrollar uma patología,se torna como motivo para generar un nuevo enfermo y una nueva dolencia en si”. Una grave conclusón a que llegó el autor es de que se torna más tenue la línea divisoria entre el “sano” y el “enfermo”, la cual al tornarse cada vez mas elástica contribuye a ampliar la apertura de la definición de determinadas patologías, encuadrándose en ellas un número más amplio de ‘enfermos’ (Moynihan, 2007).
En la actualidad nos confrontamos con un mercado farmacéutico cada vez más distorsionado: por una parte un gran contigente de la población mundial carece de productos necesarios, a veces, para tratar problemas de salud comunes, o que son padecidas por un gran número de personas: como es el caso de las llamadas ‘enfermedades olvidadas o negligenciadas’. Por otra parte, todos son estimulados a ser tratados por un medicamento no ya para enfermedades concretas sino para “enfermedades exageradas o inventadas” (por ejemplo, calvicie, timidez, tristeza, dificultades sexuales).
La creencia desmedida en los resultados terapéuticos potenciales de los fármacos, provoca gastos innecesarios tanto de parte de las personas como de la sociedad -vía programas de asistencia farmaceútica o reembolso por parte del Estado- además de efectos adversos de mayor o menor gravedad.
En definitiva, es en el contexto de la ideología dominante -que hace del consumo la pretendida fuente de la felicidad y de la salud- que se inserta el intento de las técnicas publicitarias de hacer valer más intensamente el carácter simbólico de los productos que su valor-de-uso (acción terapeútica del principio activo), con el propósito de implementar el valor-de-cambio (condición de la mercancía generadora de lucro). La promoción y la comercialización de los medicamentos, en el contexto de la lógica de mercado dominante, orientada principalmente al propósito de ampliar la oferta y la demanda, se está implementando, pues, en detrimento de la función que debería otorgarse a esos productos: atender las necesidades de alivio de síntomas o cura de las enfermedades.
En las circunstancias actuales, y considerando los diferentes agentes involucrados en la cadena de uso de los medicamentos, además de las medidas de control orientadas hacia los productores y al registro de nuevos productos, cabría institucionalizar alternativas de información y actualización independientes de la industria en su origen, contenido y formas de canalización, destinadas a los consumidores, prescriptores y a los dispensadores.